sábado, 17 de mayo de 2014

A propósito de la entrada anterior... los paradigmas

     En clase hemos continuado con el tema de la metodología de la acción social y hemos abordado la cuestión de los paradigmas. Estos pueden ser tomados, más que como teorías, como marcos de referencia en base a los cuales se fundamentan  determinados supuestos  metodológicos; a partir de éstos se procede y se aplican las soluciones que se han decidido poner en práctica.

     En el ámbito de las ciencias sociales los más representativos son los siguientes:
  • Paradigma tecnológico o la animación como tecnología social: Es una perspectiva que toma como base la ciencia y el conocimiento positivo, serán estos preceptos los que determinen la forma de entender la realidad e incidir sobre ésta.  Se valora la racionalidad y eficiencia de los procesos, también en aquellos relacionados con problemáticas sociales. Todo esto enlaza con la idea de que el animador está vinculado a su trabajo por principios de profesionalidad y no por cuestiones éticas o políticas y, además, su labor ha de limitarse a poner en práctica lo que otros teóricos han desarrollado. De todo ello se desprende que es un planteamiento que permite un escaso dinamismo, no contempla adaptar la práctica profesional a los destinatarios o al contexto en el que se realiza. Del mismo modo, toma al animador como un ejecutor de lo ya establecido, sin que sus propios códigos morales y éticos interfieran en su labor. Evidentemente, estamos ante un modelo que por su rigidez y estatismo no permite desarrollar convenientemente la labor de un profesional del ámbito social. Además, consideramos imposible que el animador realice su trabajo sin que sus códigos y valores formen parte de su proceder, ya que por la naturaleza de esta profesión y la diversidad de escenarios, destinatarios y medios con los que ha de trabajar ha de poseer una importante capacidad crítica, empática y analítica que le ayuden a lograr los objetivos socioeducativos propuestos.
  • Paradigma interpretativo o la animación como interacción social: Totalmente opuesto al anterior, en éste se entiende la realidad como producto de la interpretación y, por tanto, no es una cuestión objetiva y única, sino que son son posibles múltiples perspectivas.  Esto conduce a la idea de construcción a partir de la aproximación a la realidad, el conocimiento surge de la experiencia que el sujeto experimenta a partir de la acción y esa misma acción que realiza ya está condicionada por elementos subjetivos y particulares del sujeto. De todo ello se extraerán conclusiones que guiarán la acción a implementar para lograr el desarrollo personal y colectivo. El animador es entendido como “un práctico, un mediador grupal que interpreta situaciones y favorece experiencias”, lo que lo convierte en un profesional que trabaja desde su subjetividad y en continua relación con la subjetividad del resto de implicados. 
  • Paradigma crítico o la animación como proceso político: Coincide con el anterior modelo en la crítica al modelo positivista pero posicionándose de una forma más extrema y criticando que éste ha convertido la ciencia en una ideología socialmente aceptada que lleva a contemplar el mundo de forma superficial. Defiende que la realidad social se crea en la historia y es el resultado de los intereses confrontados de los diversos grupos humanos.El objetivo que ha de perseguir el animador es la emancipación y el empoderamiento de los individuos para lograr la transformación social, mientras que facilita alternativas y muestra realidades; esta tarea está condicionada al sólido compromiso político y social del animador. 

  



         Para concluir esta entrada que, como hemos dicho anteriormente enlaza con la anterior, vamos a presentar un esquema en el que se resume la estructura metódica que todo proceso socioeducativo ha de seguir, sin importar la metodología y el paradigma en el que se base:

 

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